jueves, 25 de marzo de 2010

Estar ahí a tiempo

"Si lo construyéramos de nuevo, lo haríamos igual", dijo Juan Ignacio Ortigosa, gerente general de la Inmobiliaria Socovil, que construyó, en Concepción, el edificio Alto Río, todo un ícono gráfico del terremoto del 27 de febrero en Chile.

"Ahora pienso que fue un error no habernos comunicado de inmediato con los propietarios de los departamentos de nuestros edificios", dijo Alvaro Mujica, socio de la constructora Mujica y González, que levantó los edificios Don Tristán y Don Luis, en la comuna de Maipú.

    Es muy común observar cómo la contumacia en la conducta errada se usa como mecanismo de defensa automático, a la hora de ser pillado en falta. Equivalente a esas cartas al director de un medio escrito, donde se critican errores en la difusión de una información, y que son respondidas con una Nota de la Dirección que dice: "El medio mantiene su versión sobre los sucesos".
    Versiones similares de rápida gatillación son aquéllas que defienden a una persona cuestionada con un argumento de incondicionalidad irracional: "Pongo mis manos al fuego por él o ella". Si acaso se comprobara que la persona acusada incurrió en la conducta negada, o ella confesara el hecho, nadie esperararía que, efectivamente, el defensor acérrimo se queme las manos.
     El impacto visual del colapso de un edificio nuevo, mientras otros -a pocos metros- se  mantienen de pie genera un shock emocional instantáneo. La primera pregunta de los afectados no es ¿cómo pudo pasar ésto?, sino ¿qué vamos a hacer ahora? La búsqueda de responsables e, incluso, de culpables a quienes exigir soluciones viene después del primer impacto a nivel emocional. La indignación por el daño causado llega después de las lágrimas por el dolor que se padece.
     Lo anterior implica que a la hora de las explicaciones, éstas pierden valor, incluso cuando se apoyan en argumentos contundentes, si en la primera hora del dolor y la aflicción no hubo apoyo, consuelo, compañía de las mismas personas que, más tarde, serían llamadas a responder por lo que ocurrió.
     De ahí que las dos frases de los empresarios de la construcción que encabezan este post son complementarias. Y la segunda es anterior y más grave que la primera. Porque revela que cuando la gente estaba como el edificio -en el suelo-, sumidos en la desesperación y la incertidumbre, buscando más donde sostenerse sicológicamente antes que un plan alternativo de arriendo contra la firma de un finiquito, no había a su alrededor nadie de las inmobiliarias y constructoras para acompañar ese tiempo de indefensión emocional y de máxima vulnerabilidad.
     Acompañar, estar presente en la primera hora, aunque no haya respuestas ni sea el momento de ellas es una señal genuina de humanidad e interés por quienes invirtieron confianza, no sólo dinero, en tu proyecto. Cierto que cuesta poner la cara cuando la herida está abierta y no están a mano las justificaciones. Pero en algún momento habrá que hacerlo y el valor de haber estado ahí desde el principio, sólo se tiene si se estuvo presente por convicción, cuando todavía no se podían ofrecer explicaciones.
     Dilatar la comparescencia voluntaria hasta que haya soluciones adecuadas o explicaciones técnicas a mano es garantizar que sean publicadas frases como las de arriba:  a destiempo, sin contexto, bajo un clima de sospecha del público al que se dirigen y que cuando se leen se perciben más frías, tardías y distanciadas de lo que realmente son.

jueves, 18 de marzo de 2010

Sobre preguntas y respuestas

Aunque con menos dramatismo que antaño -quiero advertir- sigue siendo cierto que cuando le preguntamos a una persona por dónde vive en la ciudad de Santiago, éste, al responder, probablemente nos esté contestando 5 o 6 preguntas a la vez. Todavía hoy es posible, a partir de la información de dónde vive una persona en Santiago, hacer un cálculo aproximado del rango de su ingreso promedio; lo que a su turno se relaciona directamente con la posibilidad que tuvo, o no, de estudiar una carrera profesional o técnica; lo que se vincula a si estudio en un colegio particular, o uno público o subvencionado; lo que a todas luces, además, estuvo determinado por las posibilidades económicas de sus padres. Muchas veces, el lugar donde uno vive en Santiago, determina si se posee cuenta corriente e incluso en qué banco.

Es imperativo que resolvamos una interrogante todavía pendiente en Chile, y que se refiere a la definición política más sustantiva que un país puede hacerse colectivamente: ¿qué bienes, en qué calidad y cantidad, estamos dispuestos a asegurarles a todos y cada uno de nuestros compatriotas? Esa respuesta, ese consenso social, es el que ordena y dibuja una nueva ecuación entre Estado, mercado y persona. Sólo la claridad en esa respuesta es lo que permite conjugar el necesario e indispensable crecimiento económico, la igualdad de oportunidades y el pleno ejercicio de las libertades. Es justamente la definición de ese catálogo de garantías, el que nos permite pensar el tipo de Estado que queremos, la forma y profundidad de nuestras políticas públicas o su estructura de financiamiento. //

Lo que no queremos cambiar

"Dicho en términos elementales, creo que se trata de ser capaces de decidir qué hay, en el mundo antiguo, que queremos llevarnos hasta el mundo nuevo. Qué queremos que se mantenga intacto incluso en la incertidumbre de un viaje oscuro. Los lazos que no queremos romper, las raíces que no queremos perder, las palabras que queremos seguir pronunciando y las ideas que no queremos dejar de pensar [...] En la gran corriente, poner a salvo todo lo que apreciamos".
(Del libro Los Bárbaros, de Alessandro Baricco)

viernes, 5 de marzo de 2010

Frases que se vienen a la memoria

"Don't let the sound of your own wheels drive you crazy"
(Eagles, Take it easy)
 Este verso de la canción de la banda estadounidense advierte sobre  el ensimismamiento con los cuentos propios, con los mitos y relatos que nos damos para autoconvencernos -saltándonos un proceso racional de evaluación- de que dependemos menos de otros, de que nuestro éxito actual no tiene fin y de que la imagen de exportación que proyectamos corresponde estrictamente a la verdad.


"La credibilidad crece con la lentitud de la palmera y cae con la velocidad del coco"
(Se atribuye a proverbio árabe)
La construcción de credibilidad y reputación de instituciones públicas, empresas y personas no se gestan de un día para otro. El inverso, sin embargo, perder esa confianza pública en un santiamén, puede darse con una mala frase en un mal momento, una decisión errónea o tardía, una conducta destemplada o una reacción desproporcionada.

"The Opera ain't over until the fat lady sings"
Periodista deportivo de EE.UU., Dan Cook, 1978.
Equivalente político a "Gobernaremos hasta el último día", lo que implica que hasta el último día puede haber un evento de baja probabilidad y alto impacto, que requiere que todo el aparato del Estado  pueda y sepa  reaccionar y enfrentar la catástrofe con las mismas ganas, recursos y competencia, como si fuera el primer día de gobierno.

Lo que también se nos vino abajo

Hay algo de lo que todavía no hablamos mucho, pero que sospecho subyace a nuestra perplejidad y decepción: con el terremoto afloraron nuestras mejores virtudes pero también se desnudaron las peores miserias. De esta forma, la imagen y autopercepción que sobre (y de) nosotros habíamos construido, también están seriamente damnificadas. //

Ortega y la tragedia

“Así sentiría yo, si fuese chileno, la desventura que en estos días renueva trágicamente una de las facciones más dolorosas de vuestro destino. Porque tiene este Chile florido algo de Sísifo, ya que como él, vive junto a una alta serranía y, como él, parece condenado a que se le venga abajo cien veces lo que con su esfuerzo cien veces creó”.
(José Ortega y Gasset, 1928, ante en parlamento chileno)