jueves, 10 de junio de 2010

Educación del Cacique

Con este título, Pablo Neruda escribió uno de sus poemas mitológicos sobre los héroes de Arauco. En este caso, dedicado a Lautaro. No sé si Marcelo Bielsa ha leído al poeta chileno y, menos,si este poema en particular. Pero debiera. La personalidad del entrenador de la selección chilena tiene algo de esa preparación mítica del jefe guerrero, que el poeta describe en cada verso. (Poema)

Bielsa impresiona a las audiencias. Es capaz de sentarse y por horas hablar como si estuviera solo, en un mantra interminable, sin dirigirse a nadie en particular. Su entrada hace que la gente baje la voz, comience a hablar en murmullos, genere instantánea admiración. Tengo la impresión que Bielsa, en su interior, y enfrentado a las muchedumbres que lo idolatran, finge una seguridad que por dentro es un torbellino de nervios. Bielsa, creo, es tímido en público. Y lo disimula con la vista fija en el suelo, con su retahíla verbal, que mezcla conceptos sicológicos con posiciones de cancha, y con una evidente intención de ligar un deporte a la vida misma.

En una actividad dominada por lo irracional, Marcelo Bielsa se empeña en agregarle valor público al fútbol. Como hacer esto implica romper con la monocorde tradición de considerar a este deporte como pasión de los hinchas y negocio de sus protagonistas, añadir valor al fútbol es tildado de locura. Asociar amagues, 4-3-3s y posiciones de off side a la existencia cotidiana fuera del estadio; unir gambetas e historia futbolística a la vida matrimonial, las dificultades laborales, los riesgos en la adolescencia no son comúnmente percibidos como asociaciones lógicas. Creo que Bielsa sí las ve, y proyecta su trabajo de cancha y mente en el drama humano de todos los días. Lo que es común que se haga por sicólogos, sociólogos y escritores en otras latitudes, reflexionar sobre cuál es el lenguaje que subyace detrás de una pelota y sobre la organización que se necesita para controlarla y disponer de ella de tal forma de obtener una victoria, por acá es anatema, pérdida de tiempo y una lata.

Bielsa se ha preparado por años para entender las claves ocultas de esa distribución estratégica en la cancha. No sólo para ganar partidos y campeonatos, sino para resolver las dudas que de tiempos inmemoriales agobian al ser humano, incluyéndolo a él. ¿Es diseño o azar lo que ocurre? ¿Cómo hacer que los temores y la fragilidad desemboquen en descubrimientos de grandeza? ¿De qué forma la parábola que recorre el balón antes de clavarse en el ángulo describe también la veleidosa dinámica de las emociones?

Marcelo Bielsa está aquí y no está. En un mundo que vive el fútbol achoclonado en bares, asados y oficinas, él es un solitario, una especie de asceta, dispuesto a abandonar todo en el próximo segundo y partir a buscarse allá, lejos,
como el protagonista de Into the Wild.

Sugiero que lo aprovechemos mientras dure entre nosotros. El fútbol tiene más de vida que de pasatiempo cuando él ronda por el barrio.